Me como las uñas. No nació este como un disco: eran cuatro canciones que a Javi le gustaban y a mí me gustaba cómo las iba a hacer sonar Javi. Canciones escritas en momentos muy distintos, en diferentes años, algunas con frío y otras con calor.
Al ponerlas a andar juntas, una atrás de la otra, se supo que sí formaban un sentido, pero uno desconocido, impredecible, como en una asociación libre. Este sentido era menos que una síntesis de algo, pero mucho más que un aglutinamiento; era una especie de pista, de secreto a medio decir, acerca de un devenir de cosas que se entienden.
Aprendizaje. Esmero. Sobreponerse. Siempre es difícil antes, y se ve fácil después. Me como las uñas un poco más, siempre de la mano equivocada (la que tiene que rasgar), buscando el nombre. No lo encuentro, paso a otra cosa.
Me encuentro con Marina para pensar la ilustración de la tapa. Ella me pregunta por las palabras que definen al disco. Le menciono un juego de palabras que había estado masticando sin llegar a ningún gusto: fácil - frágil. Creo que está en el medio de esto: entre la debilidad y la destreza que redondean los desafíos. Ella anota. Hablamos de la infancia, de una habitación infantil, y ella ve una imagen: una bicicleta con rueditas. Una nena andando en bicicleta con rueditas, o sin rueditas, con una sola ruedita digamos.
Epifanía: el equilibrio de aprender a andar en bicicleta, metáfora inmejorable entre lo fácil y lo frágil. La dificultad: el desafío elegido, como en un videojuego, siempre al nivel de la propia capacidad de asumirla.
El aprendizaje escala la dificultad y la vuelve paisaje. Se levanta del piso y se sube a la dificultad de nuevo.